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Entrevista con Esther Pena


Esther, en un momento complicado como el que estamos viviendo, presentas un proyecto personal en Instagram y Youtube para ayudar a la gente a generar equilibrio a través de la meditación, la fotografía y
otras técnicas como el Reiki. Cuéntanos qué es Seijaku.


Seijaku es una palabra japonesa que significa tranquilidad, serenidad en medio del caos. Cuando a nuestro alrededor el mundo parece haber enloquecido pero nosotros permanecemos en calma. No hay para mí una palabra que defina mejor lo que necesitamos en el momento actual.


Llevo muchos años buscando y aprendiendo técnicas y formas de vivir que me ayuden a generar calma y equilibro. En mí misma y en otros porque es algo que me gusta compartir. Soy Maestra de Reiki y he empezado a hacer meditaciones guiadas a nivel particular y en grupo. También soy fotógrafa y creo firmemente que muchas de las imágenes que he captado pueden ayudar a encontrar esa serenidad que tanto buscamos.

Para concentrar todas estas propuestas, he creado un perfil en Instagram, con el nombre de Seijaku, que también está conectado con mi canal de YouTube, del mismo título. Ahí organizo y comparto mis meditaciones, ejercicios, mis consejos para tener una vida en equilibrio con uno mismo y con el mundo en que vivimos y una colección de mis fotografías, que ayudan a generar calma y paz mental.

Mi intención con este proyecto es generar equilibrio. Equilibrio en ti, en nosotros, en el planeta… Conseguir más calma mental desde nuestro interior y nuestro exterior. Viviendo una vida en equilibrio con nosotros mismos y con lo que nos rodea.

Háblanos un poco de ti. ¿De dónde eres y a qué te dedicas?
Soy de Madrid y trabajo desde hace más de 20 años en televisión. En los últimos años como realizadora, enfocada sobre todo en proyectos internacionales. Me gusta mucho mi profesión y tengo bastante
trabajo en España y en el extranjero. En estos momentos lo estoy alternando con la fotografía, que me
encanta, y con mi proyecto personal Seijaku.

Tu trabajo parece muy excitante.
Lo es, además trabajar a nivel internacional me ha permitido conocer muchos países, muchas culturas, cosa que me encanta porque soy muy aventurera. Aunque me he llevado también algún susto: un par de naufragios, un terremoto de 7.1 grados, una alarma de tsunami, compartir casa con tarántulas en varias ocasiones, huir del ataque de una serpiente… podría estar así el día entero y no acabaría. Si algún día tengo nietos, no se aburrirán con mis historias.


¿Cuándo empezaste a interesarte por las terapias alternativas?
Es curioso porque yo siempre he sido muy racional, muy mental, y no era algo que me llamase la atención. Todo comenzó trabajando en un programa de televisión en Asturias. Allí fui a terapia de pareja para intentar salvar una relación bastante deteriorada y la psicóloga me dijo que yo estaba bien, pero que no me venía mal trabajar el tema de la comunicación. Por aquel entonces, me costaba expresar mis sentimientos, decir “te quiero” y algunas cosas más.


Me propuso probar el Reiki para ayudarme con ese bloqueo de comunicación y, de casualidad, una compañera de trabajo me habló de las maravillas que hacía su hermana Carmen Martínez, que vivía en un
pueblo cercano, Pola de Siero. Así que me decidí a probar y aluciné, me encantó. Esa primera sesión tuvo tanto efecto en mí que, al día siguiente me atreví a decirle a un compañero de trabajo todo lo que no le había dicho en un mes. Pero no había sido sólo el Reiki, Carmen era especial. Todas las semanas que estuve en
Asturias fui a hacerme una sesión con ella y mis avances se notaban.


¿A partir de ahí empezó tu formación?
No, yo creía que no valía para esto, que había que tener algo especial. Al volver a Madrid mis dos mejores amigas se apuntaron a un curso de Nivel 1 de Reiki, pero yo no me animé.
Todo cambió cuando a mi madre le diagnosticaron cáncer de pecho. Yo había leído que el Reiki ayudaba a reducir los efectos secundarios de la quimio, así que me dije, Esther, tienes que iniciarte en el
Reiki para ayudar a tu madre.

Me decidí a hacer el curso con Carolina Alvarez (Shakti Salud) y me gustó tanto que no paraba de compartirlo con mi entorno, animandoles a que lo hiciesen. Ellos me ponían como condición  que les acompañase, así que lo repetí 4 o 5 veces. Fui con amigos, compañeros de trabajo, mis padres… ¡Casi todo mi entorno estaba
ya iniciado! Y era divertido vernos en sitios públicos, como la playa, dándonos Reiki unos a otros. Fue muy bonito y a la vez lo normalizamos, le quitamos el misticismo que rodea todas estas técnicas.
Por suerte, la enfermedad de mi madre fue mejor de lo esperado y se recuperó bien y con sólo algunas sesiones de radioterapia. Donde realmente pude comprobar los beneficios de estas técnicas fue con
una de mis tías. Tuvo que afrontar el cáncer varias veces y llegó un momento, cuando estaba bajo los efectos de la quimio, que le molestaban los sonidos, no tenía fuerzas para levantarse del sofá, un zumbido continuo en su cabeza… Empecé a darle Reiki y los resultados fueron sorprendentes. ¡Después de la segunda sesión fue capaz de ir de compras a Ikea! Notó una gran mejoría constante así que ella también se inició en el mundo del Reiki y le sigue acompañando en todo su proceso.

¿Cómo llegaste a ser Maestra de Reiki?
El último nivel era la maestría, pero yo no quería ser profesora, me aterrorizaba la idea de dar clases, para mí era suficiente con lo que sabía. Ese verano me fui a trabajar a Honduras, en un programa llamado Supervivientes y, como el Reiki me apasionaba, empecé a tratar a algunos de mis compañeros. Un día, uno de los más escépticos, se encontraba congestionado y con dolor de cabeza. Le propuse probar y, a los pocos minutos, empezó a encontrarse mucho mejor. Se quedó muy impresionado y me pidió que le enseñase, pero no podía, no sabía cómo enseñar.
A partir de ese momento, diferentes personas me pidieron que les enseñase y yo me sentía impotente de no poder, así que cuando regrese a España me decidí a hacer la Maestría con Carolina. Y ese fue el comienzo de un largo camino en las Terapias Complementarias.


Esther, ¿eres más partidaria de llamarlas Terapias Complementarias que Alternativas?
Totalmente. Estas técnicas no sólo son compatibles con cualquier tratamiento médico sino que, además, actúan como complemento, ya que en ningún caso se recomienda suspender ninguna medicación para sustituirla por estas técnicas.
El Reiki, por ejemplo, está reconocido como terapia complementaria por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y en Estados Unidos o Reino Unido ya se utiliza en más de 1.000 centros hospitalarios. En algunos hospitales se usa para aliviar el dolor de pacientes de cáncer, ayudarles a superar los efectos secundarios de algunos fármacos, de los tratamientos con quimioterapia y las anestesias.
Me despierta mucho interés también la medicina oriental (medicina china, ayurvédica...). He estado dos veces en India recientemente por trabajo y he hablado con mucha gente sobre su medicina
tradicional. El Ayurveda surgió hace más de 3.000 años, se considera la medicina más antigua del mundo. Resulta que el 70% de sus hospitales son de medicina ayurvédica y para graduarse como médico hay que estudiar durante 5 años y medio.
Yo misma, tras el cáncer de pecho que he sufrido hace unos meses, estoy compaginando las dos medicinas. Tengo un médico occidental ayurvedico, Miguel Ángel Martín, que lleva ejerciendo más de 40 años y  me ayuda, entre otras cosas, a tener mi sistema inmune fuerte. Y mis padres, como ahora también están formados en Reiki, me han estado ayudando con esta técnica en todo el proceso. Curiosamente se ha invertido todo.

No creo que una Medicina sea mejor que otra, para nada, sino que tendríamos que quedarnos con lo mejor de cada una. No siempre lo conocido y cercano es lo mejor, hay que abrirse un poco y salir de
esa zona de confort….

¿De quién has aprendido en ese camino?
Además de las personas que ya te he mencionado, Cosme de Juan, de Ibiza, me ha enseñado mucho. Con él he aprendido Reiki Kundalini, Péndulo… es una persona maravillosa, que ayuda a los demás de forma
altruista. Es increíble y le que quiero mucho.
Y quiero destacar también a tres mujeres que se han cruzado en mi vida últimamente, a las que tengo que agradecer quién soy ahora. Fuertes, poderosas, inteligentes y humildes. Mis guerreras: Marian
Frías, Susana Espelleta y Suzanne Powell.

¿En qué otras terapias te has formado?
Tengo la Maestría en Reiki Kundalini y Reiki Usui, Técnica metamórfica, Reflexología podal, Toque zen, Mindfulness, Chakras, Masaje facial Kobido, Masaje de cabeza, Cuencos tibetanos…

¿En algún momento te has planteado dedicar tu vida a trabajar en ellas?

Me lo han sugerido en muchas ocasiones, pero me da mucho vertigo pensarlo. Siempre quise ser realizadora de televisión, me gusta mucho mi trabajo y de momento me cuesta pensar en abandonar mi carrera. Pienso que, si tiene que ser, será. Hasta este momento he intentado compaginarlos y he acabado dando Reiki hasta a algunos presentadores de los programas en los que trabajo.
Durante la crisis del 2011, durante unos meses, sí que me centré sólo en las terapias. Pensé que podía hacer terapias, que me encanta y me relaja, y disfrutar de uno de mis sitios favoritos, Ibiza. Así que lo dejé todo y me planté allí con mi coche cargado hasta arriba.
Fue un verano inolvidable, llegué a dar terapias a importantes Djs internacionales y a personajes públicos a nivel internacional. Algunos de mis pacientes ibicencos cambiaron radicalmente de vida tras mi paso por la isla y yo les estoy muy agradecida por todo lo que aprendí a través de ellos.

¿Qué han aportado las terapias complementarias a tu vida, cómo te han cambiado a nivel espiritual y también del día a día?
Me han cambiado totalmente. Yo era muy nerviosa, aunque no lo aparentaba porque iba todo por dentro. Siempre con tensión de hombros y cuello, me costaba mucho relajarme. Además, sobre todo en la adolescencia, era bastante insegura, me costaba relacionarme en grupos y siempre pensaba que molestaba o caía mal.
A raíz de empezar con estas técnicas, mi seguridad en mí misma no ha parado de crecer. Poco a poco empecé a darme cuenta de que llegaba a un trabajo nuevo con más confianza o que podía ir a una fiesta sola
y no tenía que quedar con alguien en la esquina para entrar juntos. Era, y es, una evolución constante y maravillosa.


¿Cómo llegaste a la meditación, qué te llevó a practicarla?
Llegué de una forma muy orgánica porque al final todo va unido. En los curso de Reiki hacíamos meditaciones, que me costaban muchísimo. En mitad de la meditación me daba cuenta de que mi ruido mental no me había dejado escuchar casi nada. También pensaba  que esto no era para mí, pero creo que leer “El poder del ahora” de Eckhart Tolle, y su atención plena, me llevó a interesarme por el Mindfulness.

¿Qué has descubierto de ti misma con la meditación?
Que mi actividad mental puede bajar mucho y es una sensación muy gratificante. Te das cuenta de  cómo el parloteo continuo, que no para en la mente (aunque no seamos conscientes), te da un respiro, un momento de silencio, de calma.

¿Qué beneficios crees que ha aportado a tu vida?
La calma desde dentro. He conseguido entrenar la mente para salir rápido de los círculos de pensamientos de los que antes me costaba mucho salir. Decir, Esther, ya, concéntrate en la respiración y deja ese pensamiento, que no te está haciendo bien. Y así cada vez más a menudo, hasta que sientes que estás ganando la batalla, que ya no estás tan controlada por tu mente, sino que ves esperanza y te desvinculas cada vez más de esos pensamientos.

¿Cómo surgió la idea de compartir tus meditaciones con otras personas?
Por una paciente a la que suelo tratar y que tiene un cuadro médico de ansiedad muy fuerte desde hace muchos años. Un día cuando estaba en la cama, medio dormida, medio despierta, que es cuando me surgen las mejores ideas, se me ocurrió grabar una meditación para sumarla a las técnicas que ya le realizaba. Pensé que si se la grababa, podia ir escuchándola hasta que nos volviésemos a ver. Con el tiempo, empezó a escucharla otra gente de mi entorno. Me di cuenta de que les relajaba tanto y les gustaba tanto que podía ser una buena idea compartirla con más gente y que pudiesen favorecerse de los beneficios de esta meditación.

¿Qué feedback recibes de la gente que hace tus meditaciones?
La verdad es que les encantan y por las redes sociales es increíble. Personas de todas partes del mundo me dicen que nunca habían conseguido relajarse así con una meditación, que les gusta mi voz, que haga más, hasta que les ha cambiado la vida... La verdad es que el feedback ha sido y está siendo, alucinante.
En la App Insight Timer, una de las más importantes de meditación a nivel mundial, mi meditación estuvo durante tres semanas como la más valorada, entre miles de ellas. Youtube la ha añadido a una lista de las meditaciones que recomienda y se está escuchando una media de 600 veces al día. En Nueva York han publicado un artículo donde recomiendan mi meditación, junto con otras herramientas, para reducir el estrés durante este periodo de confinamiento. Y ahora aquí contigo, haciendo esta entrevista para Los Ángeles.

¿Qué consejos darías a una persona que quiere empezar a meditar?

Que no se agobie, que no piense que esto no es para mí. Hay mucha literatura que rodea la meditación, poner la mente en blanco, parar los pensamientos… Eso es realmente difícil y necesita años de entrenamiento. Es como empezar a practicar un deporte y querer hacerlo desde el principio como un campeón olímpico, pues fracasamos, nos frustramos y abandonamos.
Lo importante es comenzar por traer la atención a nuestro momento presente, al ahora. Y la respiración es una de las herramientas más sencillas. La mayoría del tiempo nuestros pensamientos son sobre el pasado o el futuro. Muchos pensamientos sobre el pasado, durante mucho tiempo, nos pueden llevar a la depresión y muchos sobre el futuro, a la ansiedad. Por eso es tan importante, que tengamos nuestra atención en el ahora.

¿Crees que la meditación es una práctica que puede hacer cualquiera o es necesaria algún tipo de preparación previa o ser una clase de persona concreta?
Lo puede realizar cualquier tipo de persona y de cualquier edad, hasta los niños. En algunos países los niños en la guardería meditan, imagina entrenar la mente desde tan pequeños... De adultos tendrán
la mitad del trabajo hecho.
Es cuestión de fijarnos en nuestra respiración. En cualquier momento del día, observa 3 o 4 respiraciones seguidas, eso te trae al presente. Otra forma es poner atención a lo que estés haciendo, la presión de tus pies al caminar, como cae el agua sobre tu cuerpo en la ducha, o las sensaciones que tienes al lavarte los dientes. Es salir de la mente para volver a nosotros.


Entrevista: Paula Agulla










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